En el pensamiento popular, los triglicéridos altos en la sangre se asocian a una dieta muy elevada en el contenido graso. Sin embargo, no siempre es así. Los orígenes del resultado alterado pueden estar vinculados a otros factores.
Por lo tanto, si te han diagnosticado con triglicéridos elevados, no te asustes. Hay que investigar junto al médico el fondo del problema para abordarlo de manera correcta.
¿Qué son los triglicéridos?
El triglicérido es una variedad de lípido que circula en la sangre humana y que se encuentra presente en algunos tejidos de la composición corporal. No es una sustancia ajena ni extraña, pero su elevación en el plasma acarrea problemas.
En el metabolismo normal, esta grasa es una fuente de energía de reserva. Cuando se ingiere con los alimentos, las células lipídicas, llamadas adipocitos, encierran los triglicéridos en su interior para emplearlos llegado el momento.
En situaciones que requieren más gasto calórico, como un ejercicio muy prolongado o las épocas invernales de frío, el organismo se vale de estas reservas para generar calor. No es un mecanismo exclusivo de los seres humanos, sino que muchos animales lo emplean de la misma manera.
Más allá de que cada laboratorio tiene sus parámetros bioquímicos con los que establece la normalidad, hay ciertos valores que se consideran adecuados. Los triglicéridos altos se diagnostican cuando superan la concentración de 150 miligramos por decilitro de sangre.
Esta concentración elevada se asocia a mayor riesgo cardiovascular, con incremento de las posibilidades de padecer infarto agudo de miocardio y accidentes cerebrovasculares. Por encima de 200 miligramos por decilitro se considera muy alto, y más allá de 500 es de extremo cuidado.
Causas de triglicéridos altos
Los triglicéridos altos tienen como uno de sus principales hacedores a la dieta poco saludable, pero este no es el único origen. El sedentarismo, la genética y algunas enfermedades sistémicas se relacionan con el trastorno.
Dieta
En lo que se refiere a la dieta, son las grasas saturadas y las grasas trans las que elevan el colesterol y los triglicéridos. Las primeras, además, incrementan el colesterol malo o LDL.
Las grasas saturadas se concentran, sobre todo, en los productos de origen animal lácteos, como el queso, la leche y la manteca. La carne roja también aporta grandes cantidades de triglicéridos, en particular los cortes menos magros.
Por otro lado, las grasas trans tienen un doble efecto negativo, que consiste en el descenso del colesterol bueno y el aumento de aquellos que obstruyen las arterias. Se encuentran, de manera principal, en productos que han sido sometidos a hidrogenación durante su fabricación.
Las patologías que más se asocian a un aumento de los triglicéridos sanguíneos son las siguientes:
- Hipotiroidismo.
- Síndrome de ovario poliquístico.
- Diabetes.
- Insuficiencia renal.
- Estilo de vida
La falta de ejercicio y la vida sedentaria son conocidos factores de riesgo para enfermedades cardiovasculares. En gran medida, el problema reside en el aumento de los triglicéridos y el colesterol que se produce cuando la persona no realiza ningún deporte.
Si a esto sumamos malos hábitos como el tabaco o el alcoholismo, el riesgo aumenta. Inclusive existen investigaciones que evidencian cómo el estilo de vida de la madre puede alterar los niveles de lípidos en sus bebés durante la gestación.
Genética
Más allá de la enfermedad denominada «hipercolesterolemia familiar», en la cual la base genética está clara, los triglicéridos altos por sí solos no escapan a la influencia de la herencia. Cuando padres o abuelos han padecido el trastorno, es más posible que los hijos y nietos también lo presenten.
No hay síntomas, sí complicaciones
Los triglicéridos altos no se manifiestan con síntomas específicos. Ni el dolor de cabeza, ni molestias en el pecho, tampoco arritmias ni cansancio. Ningún signo puede atribuirse al aumento de estas sustancias en la sangre.
Lo que sí encontramos son complicaciones derivadas del trastorno. Eso representa un gran problema para la clínica médica. A veces, el paciente llega a una consulta de urgencia por un evento coronario derivado de sus triglicéridos elevados, y él no lo sabía.
Debe sospecharse su elevación y rastrearse el valor de lípidos sanguíneos en personas obesas, en quienes tienen antecedentes familiares y en aquellos con otros factores de riesgo cardíacos, como hipertensos y diabéticos.
De todos modos, una detección de un valor normal no descarta la probabilidad de infarto o de accidentes cerebrovasculares en personas con otras comorbilidades.
¿Qué hacer si los triglicéridos son altos?
Es posible tomar medidas para descender los valores de triglicéridos en la sangre cuando se detecta una cifra elevada. En el caso que sea necesario, el médico indicará algún fármaco específico, como las estatinas.
De todas maneras, las guías internacionales y los estudios científicos al respecto, coinciden en que si no se combinan las estatinas con un cambio en el estilo de vida, el efecto no será perdurable. Entre las modificaciones que se prescriben estás las siguientes:
- Disminuir la cantidad de grasas saturadas y grasas trans en la dieta.
- Realizar ejercicio físico regular.
- Reducir el sedentarismo laboral incorporando pausas activas.
Si nada es suficiente, o los valores detectados superan los 500 miligramos por decilitro, el tratamiento debe combinarse con fármacos diferentes a las estatinas. Es posible recibir la indicación de consumir fibratos, niacina o suplementos de omega 3, como bien lo indica el consenso de la Sociedad Española de Arteriosclerosis.
En todo caso, los triglicéridos altos son una alerta que nadie debería obviar. Su presencia silenciosa representa un riesgo latente que, por fortuna, se puede controlar si hay una detección oportuna.
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