Las emociones son inherentes a nosotros y causan gran impacto en el comportamiento, aprendizaje y sobre todo en la salud. Las aportaciones científicas vinculan los sentimientos y los órganos del cuerpo; cada día son más los estudios que apoyan la idea de que “las emociones y nuestro organismo se relacionan e interactúan entre sí”.
Nuestro sentir libera reacciones químicas que pueden alterar la respuesta inmunitaria y el funcionamiento de los diferentes órganos y sistemas de nuestro cuerpo a nivel físico y mental (Ortega Navas, 2014). Las sensaciones pueden protegernos de las enfermedades o por el contrario, desencadenarlas.
El optimismo, la felicidad y el amor pueden ser benéficos; nos ayudan a sobrellevar las adversidades y dificultades e incluso, a recuperarnos con mayor rapidez de alguna enfermedad. Caso contrario sucede con el miedo, el odio, la depresión, la rabia, la ira y el estrés que crean una especie de “barrera” que no permite a nuestras defensas naturales accionar. Un ejemplo es el caso de la depresión que puede agudizar enfermedades cardíacas.
Un dato interesante es que el impacto de las emociones consideradas como “buenas” para nuestra salud es mínimo si se le compara con lo perjudicial que puede llegar a ser las “malas” para nuestro bienestar. Se cree que los problemas ocasionados a nuestro organismo pueden prevenirse, incluso curarse si se aprende a canalizarlas.
De acuerdo con la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (SEMFYC) la reacción ante determinadas situaciones son diferentes en cada individuo, pues hay quienes ante un exceso de carga emocional tienen problemas físicos (cefaleas o trastornos digestivos) cognitivos (excesiva preocupación, obsesiones) o conductuales (adicciones). Por tanto, hay síntomas de alarma de distinto tipo para cada persona.
Puede llegarse a concluir que, mientras que las emociones consideradas como positivas son un beneficio para nuestra salud, ya que mejoran nuestro sistema inmunitario y calidad de vida e incluso facilitan la recuperación de las enfermedades (Ortega Navas, 2014), las emociones catalogadas como negativas la afectan al grado de hacernos más propensos a padecer enfermedades, como pueden ser aquéllas de tipo degenerativas cerebrales como el Alzheimer, hipertensión arterial, cardiopatías e incluso el cáncer.
Los factores del tipo psicológico constituyen un elemento importante para entender padecimientos corporales.
PRONAPRESA
"Porque prevenir es mejor que curar"