Haz cambios en el entorno
Mira a tu alrededor. ¿Ves algo que esté frenando tu meta de lograr hábitos saludables? No siempre los “enemigos” están a simple vista, puede que te hayas acostumbrado tanto a ciertos patrones y detonantes que ya son automáticos.
Por ejemplo, si este año quieres mejorar tu calidad de sueño, ve a tu habitación y pregúntate qué muebles o artículos son un obstáculo para que duermas bien:
- ¿El colchón está en buen estado?
- ¿La ambientación es óptima para el descanso o hay muchas distracciones?
- ¿Entra demasiada luz?
- ¿Tienes un televisor en la pared que te seduce cada noche?
Aplica este consejo a cualquier objetivo que quieras lograr, simplemente cambiando las preguntas. Cuando hayas identificado las barreras en el entorno, haz los cambios que haga falta.
Ponte objetivos fáciles cada día
Cumplir un objetivo sencillo no quiere decir que sea menos importante. Al contrario, cuando sumas 100 pasos pequeños resulta que has caminado un buen trecho, ¡y ni siquiera te diste cuenta!
Las metas alcanzables siempre serán más sostenibles a largo plazo y, después de todo, lo que necesitas para adoptar hábitos saludables es mantenerte por el buen camino.
A modo de ejemplo:
- Si quieres una vida más activa, comienza haciendo 10 minutos de aeróbics al día.
- ¿Quieres comer más saludable? Empieza sustituyendo media porción de carbohidratos por ensalada.
- Cambia las bebidas gasificadas por agua gasificada (la sensación es similar, lo que ayuda a “engañar” al cerebro).
Son los cambios pequeños lo que eventualmente conduce a las grandes transformaciones. Eso sí: la constancia es clave. Por eso, los objetivos deben ser diarios y es fundamental que le vayas dando seguimiento a tus avances.
Aduéñate del tiempo
¿Has hecho la cuenta de los minutos (incluso horas) que desperdicias cada semana en actividades que no te benefician en absoluto? Ahora imagina si dejaras de hacerlo y ocuparas todo ese tiempo en cumplir tus objetivos. La verdad es que, a fin de año, tendrías muchas razones para sentirte bien.
- Comienza por identificar las actividades absorbentes en tu día a día.
- Luego, clasifícalas en función de qué tan positivas son para tu salud física y mental.
- Encuentra maneras de reemplazar las costumbres que no te convienen (como revisar compulsivamente las redes sociales) por nuevas actividades. Un ejemplo es sacarle provecho a las apps de idiomas y, en lugar de consultar las redes, aprender una nueva palabra.
Piensa en términos de calidad, no cantidad
Una excusa común para seguir teniendo malos hábitos es la falta de tiempo. “No como saludable, porque no tengo tiempo para cocinar”, o “No hago ejercicio, porque trabajo todo el día”.
Si te descubres pensando de esta forma (o fue eso lo que te hizo abandonar tus planes de una vida sana en el pasado), necesitas entender que no es el tiempo, sino la calidad, lo que determina el éxito.
No tienes que dedicarle 2 horas diarias al ejercicio, basta con ejercitarte 30 minutos al día si, mientras lo haces, toda tu energía está en el momento presente. Tampoco tienes que reunirte con tus seres queridos o familiares a diario para tener buenas relaciones. Si solo puedes verlos una vez por semana, pero al hacerlo estás realmente presente, la relación va a mejorar.
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