La enfermedad de Alzheimer es un tipo de demencia que causa problemas con la memoria, el pensamiento y el comportamiento. Sus síntomas pueden tardar años en desarrollarse, empeorando con el tiempo hasta que impiden llevar una vida cotidiana de forma normal. Es la forma más común de demencia, siendo responsable de entre el 60 y el 80% de los casos y está muy relacionada con el envejecimiento. La mayoría de las personas con Alzheimer son mayores de 65 años. Pero también hay casos en los que esta enfermedad puede presentarse en personas más jóvenes.
Es difícil determinar cuántas personas viven con Alzheimer de forma exacta, ya que muchas veces puede confundirse con otro tipo de demencias. “Probablemente sea una enfermedad infradiagnosticada, pero la Organización Mundial de la Salud calcula que a nivel mundial habrá probablemente unos 50 millones de personas que tienen Alzheimer u otra demencia”, explica el Dr. Marc Suárez Calvet, neurólogo clínico en el Hospital del Mar de Barcelona e investigador de la Fundación Pasqual Maragall, quien explica cómo el envejecimiento de la población hace que se calcule que para el año 2050 esta cifra posiblemente llegue a triplicarse, siendo un auténtico problema de salud pública.
Una enfermedad sin tratamiento
El Alzheimer es una enfermedad crónica para la que actualmente no existe ningún tratamiento curativo. Gracias a la investigación que se realizado en los últimos años se han podido empezar a comprender bien todos los mecanismos que ocurren en las personas afectadas.
Esta enfermedad se produce por la acumulación en el cerebro de dos proteínas: TAU y beta amiloide. También tienen lugar toda una serie de cambios, que incluyen una reacción inflamatoria del cerebro, pérdida de la sinapsis neuronal o conexión entre las neuronas y alteraciones vasculares. “Esta enfermedad no aparece de pronto, sino que puede llegar a tardar décadas hasta que los primeros síntomas sean visibles. Pero en la fase asintomática ya empiezan a producirse todos estos cambios, que conocemos muy bien” apunta el neurólogo.
Aunque estos mecanismos son de sobra conocidos, lo cierto es que en la actualidad las medicaciones que existen solo son capaces de tratar los síntomas de la enfermedad. “Traducir todo este conocimiento que tenemos sobre el Alzheimer en tratamientos que modifiquen la evolución de la enfermedad y no solo traten sus síntomas es la gran asignatura pendiente que tenemos”, señala el Dr. Suárez Calvet.
¿Se puede diagnosticar precozmente?
Aunque los síntomas evidentes del Alzheimer no son visibles hasta que han pasado muchos años desde el inicio de la enfermedad, hoy en día es posible gracias a toda la investigación realizada el poder diagnosticarla mucho antes. Existen toda una serie de biomarcadores (sustancias presentes en el cuerpo o que se introducen y que nos permiten detectar una enfermedad) que hacen esto posible.
La mejor prueba para detectar el Alzheimer es la punción lumbar, un procedimiento utilizado para recolectar líquido cefalorraquídeo –un líquido acuoso, transparente e incoloro que circula dentro y alrededor del cerebro y la médula espinal–, que sirve tanto para diagnosticar la enfermedad en la fase asintomática como cuando los síntomas ya han empezado. También hay pruebas de neuroimagen y está en desarrollo una prueba que permitiría detectar la enfermedad con un análisis de sangre.
“Sin embargo, aunque podemos detectar la enfermedad en fase asintomática, como no disponemos de ningún tratamiento que modifique la evolución de la enfermedad existe cierto debate sobre la conveniencia o no de llevar a cabo este diagnóstico precoz. Cuando existan tratamientos, entonces sí que tendrá todo el sentido del mundo hacer estos diagnósticos”, señala el experto.
Genética y factores de riesgo del Alzheimer
En general el Alzheimer no es una enfermedad hereditaria. Es cierto, sin embargo, que existe un pequeño grupo de personas que padecen lo que se conoce como Alzheimer familiar, donde sí que hay unos genes afectados. “Pero son unos casos muy poco frecuentes y excepcionales, con características muy particulares dentro del Alzheimer, afectando a gente joven de ente 30 y 50 años y con unos síntomas un poco diferentes”, explica el Dr. Marc Suárez Calvet.
Lo que se conoce como Alzheimer esporádico, que es el más habitual y el que casi todos conocemos, es una enfermedad compleja donde entran en juego muchos factores tanto ambientales como familiares. Sí que hay una cierta predisposición genética, relacionado sobre todo con un gen llamado APOE y que se asocia con el riesgo de desarrollar la enfermedad. “Pero el hecho de tener un familiar con la enfermedad no quiere decir en absoluto que uno la vaya a tener también. Y al revés, no tener ningún antecedente no significa que no se pueda desarrollar”, añade el neurólogo.
A parte de la predisposición genética se conocen también toda una serie de factores de riesgo, que son comunes para otras demencias:
- Factores de riesgo cardiovascular: La hipertensión arterial, la diabetes, el colesterol o la vida sedentaria, por ejemplo, además de ser un riesgo para padecer enfermedades cardiovasculares también lo son para las neurológicas como el Alzheimer.
- Hipoacusia: Tener problemas de audición también es un factor de riesgo para el Alzheimer, por lo que es importante tratarlos.
- Ejercicio físico: Es extremadamente positivo para el cerebro hacer ejercicio físico a todas las edades.
- Actividades sociales: Llevar una vida activa y estar en contacto con otras personas también influye en un menor riesgo de desarrollar Alzheimer.
¿Cómo identificar los síntomas del Alzheimer?
Aunque no existan en la actualidad tratamientos para el Alzheimer que sean capaces de curar la enfermedad, sí que existen otros que pueden ayudar a que sus síntomas sean más llevaderos. Por eso, es importante que cuando aparecen los primeros síntomas se consulte con un neurólogo que pueda realizar una adecuada evaluación. Sin embargo, uno de los síntomas más comunes del Alzheimer es precisamente la anosognosia, es decir, el no darse cuenta de la enfermedad.
Esto no pasa siempre, pero sí en muchos pacientes que no se dan cuenta de sus síntomas. Por eso es importante que los familiares, cuidadores y personas más cercanas estén atentos ante la aparición de alguno de estos problemas:
- Alteraciones cognitivas: La más común y reconocida es la pérdida de memoria. La incapacidad para recordar hechos recientes o cosas que se han dicho hace unas pocas horas es lo más frecuente y característico. Pero también se pueden dar otras alteraciones como tener problemas en el lenguaje o de orientación.
- Alteraciones conductuales: Estas pueden ser tan diferentes como la depresión, la ansiedad, el trastorno del sueño, trastornos de la alimentación e incluso alucinaciones o delirios.
- Alteraciones funcionales: La persona con Alzheimer va perdiendo poco a poco capacidad de la vida diaria, impidiendo que pueda llevar a cabo actividades antes cotidianas y que realizaba con normalidad.