Uno de ellos es el que implica el uso de ozono como método desinfectante. Se trata de unos aparatos domésticos que tienen una programación para expulsar ozono en aire cada determinado tiempo y eliminar así cualquier organismo o bacteria nociva para la salud.
El ozono es un gas que encontramos en la naturaleza, de gran utilidad por sus excepcionales propiedades para lograr una higiene en profundidad. No en vano, el ozono es el desinfectante natural más potente que existe, superando en varias miles de veces los resultados de la lejía u otros productos clorados tradicionalmente usados para este fin.
Con la ventaja de que lo hace sin suponer un peligro para la salud, siempre que se haga un uso adecuado de los equipos ozonizadores. En este sentido, su nivel de seguridad depende sobre todo de que los dispositivos garanticen niveles de ozono que no resultan tóxicos.
Al margen de las diferencias que pueda haber entre normativas, asegurar unos niveles de ozono inocuos es una constante en las diferentes legislaciones. Por otra parte, cumplir estos niveles seguros es una de las claves principales de su gran utilidad y versatilidad en los distintos ámbitos en los que se ha utilizado el ozono desde hace décadas con gran éxito.
El ozono es usado en muy diversos campos que incluyen los usos industriales, a nivel profesional y también doméstico, y en cada uno de ellos encontramos aparatos diseñados para satisfacer las distintas necesidades que puedan surgir.
Una de las características de los equipos domésticos es precisamente su adaptación a un tipo de usuario no especializado, a la vez que ofrecen unas prestaciones ajustadas a las exigencias de una casa y, en suma, de una familia.
Necesidades que van desde la obtención de un aire de calidad, libre de contaminación orgánica e inorgánica, así como de malos olores, hasta la purificación del agua potable para beber o destinada a la higiene personal, además de ser muy práctico para la limpieza de la casa.
En cuanto al grado de contaminación microbiológica, teniendo en cuenta que la Organización Mundial de la Salud (OMS) aconseja que los microorganismos en ambientes interiores no supere las 500 unidades formadoras de colonias (ufc), contamos con la tecnología del ozono como ayuda para rebajar esos niveles. Un ambiente saludable, por lo tanto, deberá contar con niveles inferiores, y lograrlo en los hogares será mucho más sencillo que en lugares públicos críticos, donde estos valores pueden dispararse fácilmente.
Por lo tanto, el trabajo que realizan los ozonizadores domésticos resultará suficientemente eficaz como para lograr una desinfección idónea sin suponer un riesgo para la salud gracias a una ozonización que podemos realizar sin problemas en presencia de personas.
Aun así, si queremos maximizar las condiciones de seguridad, bastará con abandonar la habitación durante unos minutos y dejar que el aparato realice el tratamiento, ya que será un periodo de tiempo suficiente para lograr unos resultados óptimos.
¿Por qué es seguro su uso?
En definitiva, las concentraciones que permiten las normas reguladoras para los ozonizadores domésticos son seguras, por lo que el uso de dichos dispositivos no puede poner en peligro la salud.
Los ozonizadores domésticos están diseñados para el tratamiento de atmósferas, superficies, alimentos y agua inyectando este gas en cantidades mínimas en el aire o en el agua. Como hemos apuntado, tras su actuación, cuya duración es de apenas unos minutos, el ozono se convierte en oxígeno, considerándose inocuo para personas y medio ambiente.
En su ficha toxicológica, el ozono no se considera carcinogénico, sino un agente irritante en el aire para un determinado tiempo de exposición y a determinados niveles de concentración, que no alcanzan los aparatos ozonizadores domésticos.
A nivel internacional son un referente las recomendaciones de la OMS, que estipula una concentración máxima de ozono en el aire para el público en general de 0,05 ppm (0,1 mg/m3), para exposiciones diarias de ocho horas, al igual que la recomendación de seguridad de la legislación española de <100 µg/m3 (UNE 400-201-94), que se basa en las recomendaciones de la OMS.
En cuanto a su disolución en agua, su rápida descomposición y otros factores asociados a los ozonizadores domésticos, como su baja concentración, permiten un uso seguro para la desinfección del agua potable. Su uso, respetando las recomendaciones de seguridad de la normativa, no representa ningún problema.
En concreto, el ozono está autorizado como coadyuvante en el tratamiento de aguas potables al tiempo que está reconocido como desinfectante en la potabilización de aguas (UNE-EN 1278:1999), además de autorizarse su uso en presencia de personas y alimentos, según el Real Decreto 140/2003, de 7 de febrero.
Por otra parte, la normativa comunitaria incluye el ozono en el listado de biocidas comercializables en la Directiva 98/8/CE del Parlamento Europeo y del Consejo de 16 de febrero de 1998, un marco normativo en el que se enmarcaba el uso de los ozonizadores domésticos.
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